
Vivimos una nueva era tecnológica que está modificando, de forma transversal, la operativa de empresas, despachos y administraciones. Uno de los avances más significativos es la irrupción de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG), especialmente en su vertiente basada en Modelos de Lenguaje de Gran Escala (LLM, por sus siglas en inglés). Estas herramientas no solo transforman la forma en la que interactuamos con los datos, sino que están generando nuevas formas de entender procesos clave como el cumplimiento tributario.
En este artículo analizamos en profundidad cómo la IAG está impactando en la función fiscal, qué desafíos presenta su implementación y, sobre todo, cómo debe abordarse su integración para generar valor real sin comprometer la seguridad ni la confidencialidad de la información.
De los datos a la inteligencia: ¿qué es la IAG y cómo se aplica al ámbito fiscal?
La IAG es un tipo de inteligencia artificial diseñada para crear contenido nuevo a partir de los patrones aprendidos en grandes cantidades de información textual. A diferencia de otras tecnologías analíticas, la IAG no solo interpreta: también genera texto con coherencia y sentido, en función del contexto proporcionado.
En el ámbito tributario, esto representa una evolución natural de los procesos tradicionales hacia un enfoque donde los datos contables, financieros y fiscales son tratados de forma automatizada, rápida y contextualizada.
Con una solución basada en IAG, es posible:
- Convertir información contable en borradores de declaraciones fiscales.
- Detectar discrepancias o incoherencias en los datos antes de su envío.
- Responder a requerimientos de forma automatizada y consistente.
- Identificar riesgos fiscales a partir del análisis histórico de datos.
- Generar reportes de cumplimiento en diferentes jurisdicciones.
El dato fiscal como lenguaje: clave para el funcionamiento eficaz de la IAG
Para que la IAG funcione de forma fiable, necesita “hablar” el lenguaje fiscal. Este lenguaje se compone de datos estructurados y no estructurados que tienen atributos jurídicos y contables: asientos contables, libros oficiales, cuentas anuales, modelos tributarios, normativa aplicable, etc.
Pero más allá de su simple recopilación, la clave está en el tratamiento, calidad y contexto de esos datos. Aquí entra en juego un elemento esencial: el “data lake” fiscal.
El “data lake”: la infraestructura que alimenta la inteligencia
Un data lake es un entorno de almacenamiento digital que permite recopilar, organizar, proteger y acceder a grandes volúmenes de datos en su estado original. Es, en esencia, el combustible de la IAG.
Para una empresa u organización, disponer de un data lake fiscal implica centralizar toda su información tributaria (pasada y presente), desde la contabilidad hasta las comunicaciones con la Agencia Tributaria. Este ecosistema de datos debe ser:
- Completo: incluir todos los elementos necesarios para que la IAG pueda entender los procesos fiscales.
- Organizado: con taxonomías claras que permitan al sistema reconocer patrones.
- Seguro: con mecanismos robustos de control de acceso, cifrado y trazabilidad.
- Fiable: alimentado por fuentes verificadas, actualizadas y libres de errores.
Una estrategia de datos sólida no debe verse como una obligación técnica, sino como una base de creación de valor a largo plazo para el área fiscal.
Riesgos y desafíos: la falsa seguridad de las soluciones genéricas
Uno de los errores más comunes al abordar la transformación digital en fiscalidad es utilizar herramientas de IAG generalistas, como ChatGPT, sin adaptarlas al contexto específico ni establecer medidas de seguridad.
¿Por qué es un problema?
- Privacidad: los datos introducidos pueden quedar almacenados en los servidores del proveedor, con potenciales implicaciones legales.
- Propiedad intelectual: parte de la información generada o utilizada podría ser empleada para entrenar modelos de terceros.
- Falta de contexto: un modelo general no está entrenado para interpretar correctamente la normativa fiscal ni las particularidades de cada empresa.
- Resultados erróneos: sin entrenamiento específico, las respuestas pueden ser imprecisas, incompletas o incluso perjudiciales.
Por tanto, la implementación responsable de la IAG en el cumplimiento tributario no puede ni debe confiarse a soluciones de uso abierto sin garantías.
La solución: modelos personalizados, entrenados y controlados
La vía más segura y eficiente pasa por desarrollar soluciones propias o personalizadas, donde la IAG se entrene con datos y reglas fiscales específicas del negocio o sector. Esto implica:
- Elegir el modelo de lenguaje adecuado según el caso de uso (procesamiento contable, generación de declaraciones, informes a medida…).
- Entrenar al modelo con información relevante: impuestos aplicables, legislación tributaria, estructura de la contabilidad interna, criterios interpretativos…
- Integrar la IAG en el flujo de trabajo de forma controlada y documentada, con supervisión humana en las decisiones críticas.
- Establecer directrices claras para el uso de prompts, el tratamiento de los resultados y la validación de los contenidos generados.
Esta estrategia permite no solo asegurar el cumplimiento normativo, sino también construir una cultura interna de confianza en la tecnología.
Formación y cultura: el factor humano sigue siendo clave
Aunque la tecnología permite automatizar tareas complejas, su éxito depende del factor humano. Es fundamental que los profesionales fiscales y del área tecnológica comprendan cómo funciona la IAG, qué riesgos entraña y cómo utilizarla de manera eficaz.
Entre las buenas prácticas recomendables se incluyen:
- Formación en el uso de herramientas de IAG y en la formulación de consultas o “prompts” eficaces.
- Establecimiento de políticas internas sobre privacidad, validación y revisión de resultados.
- Supervisión de los contenidos generados por IA antes de ser utilizados de forma oficial o pública.
- Evaluación continua del desempeño del modelo, para ajustarlo a medida que evolucionan los datos y la normativa.
CONCLUSIÓN: la IAG como palanca de valor en fiscalidad
El cumplimiento tributario está en pleno proceso de transformación, y la Inteligencia Artificial Generativa tiene el potencial de convertirse en una herramienta clave para afrontar los crecientes desafíos de la función fiscal.
Eso sí, su implementación debe abordarse con visión estratégica, rigor técnico y una base sólida en materia de protección de datos, legalidad y conocimiento del negocio. Apostar por soluciones personalizadas y controladas, junto con una estrategia robusta de gestión de datos, marcará la diferencia entre una adopción superficial y una verdadera ventaja competitiva.
En un entorno fiscal cada vez más complejo, la IAG no es solo una opción tecnológica: es una oportunidad de rediseñar procesos, optimizar recursos y anticiparse al futuro del compliance tributario.